viernes, 14 de noviembre de 2014

REFLEXIONANDO: EL ALZHEIMER (II)



Con todo esto he recordado una de mis historias preferidas: El cuaderno de Noah, no, no me he equivocado, hablo del libro, no de la película (basada en ese libro), ha sido la única vez en mi vida que he llorado a moco tendido leyendo un libro, lo descubrí hace muchísimos años, porque el libro es de finales de los 90, del autor Nicholas Sparks, uno de mis escritores preferidos. La película es buena y me gustó mucho, pero el libro lo es más. Refleja la dureza de la enfermedad desde dentro, desde las entrañas, cómo el guardar las llaves del coche en el sitio más insospechado, u olvidar apagar el horno pueden parecer simples olvidos pero en un continuo puede ser un claro indicio de lo que se avecina… Es una enfermedad muy triste para los familiares del afectado, ver el deterioro progresivo de alguien a quien tanto quieres y no poder hacer nada, es desgarrador.

 

 
El hecho de haber despedido de manera tan repentina a alguien que era muy pocos años mayor que mi padre, me hace reflexionar, sobretodo me hace temer, que le pueda pasar algo. No conozco persona que se cuide más que él, camina todos los días una hora y media, vigila la alimentación, los análisis de sangre, y la verdad es que de aspecto, nadie se cree que acaba de cumplir 70. Pero la realidad es que los tiene, y aunque discuto mucho con él (chocamos porque tenemos caracteres muy parecidos), mi padre es una persona muy especial, y no me imagino la vida sin él. El hecho de ser la hija pequeña también hace mella en mí, mis hermanos me llevan once y ocho años, ya están independizados y con sus vidas más que hechas, y aunque es cierto que la mía poco a poco se va encauzando, aún queda trecho. 

Y si el instinto maternal ya golpea en mi puerta casi cada día, y yo me veo en la obligación de observar por la mirilla hasta que se marcha (cuando la realidad es que yo quisiera abrirle, sentarlo en mi salón, y que se quedara a vivir conmigo), cuando reflexiono sobre este tipo de cosas me entra una prisa de la velocidad de la luz, porque no quiero ser madre tardía, porque me encantaría que mis hijos disfrutaran de mi padre y mi padre de mis hijos, que le transmitiera toda esa sabiduría y esos valores y pensamientos innatos que tiene, y que tan característicos son de su persona, y espero que viva para ello, muchos muchos años más.

A veces mi impaciencia y desvaríos reflexivos me llevan a pensar porqué no podremos saber qué nos deparará el mañana, de acuerdo que habrá muchas cosas malas en él pero, quizás el saberlo de antemano nos podría servir para tratar de enmendar errores, o evitar que pudiéramos cometerlos, y de poder saberlo, seguro que yo no tendría estas ansias por saber qué pasará con mi vida. Otras veces me pregunto si la gente que me rodea vive con la misma ansiedad que yo este desconcierto sobre el futuro próximo, o es que yo soy ansiosa por naturaleza y más que uñas para morder tengo muñones.


2 comentarios:

  1. Uff, yo llevo el embarazo obsesionada con esas cosas...

    26+6

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  2. Hola. Yo también me pregunto muchas veces si el saber algunas cosas del futuro no nos ayudaría, o al menos cambiaríamos un poco las cosas, tal vez podríamos despedirnos de un ser querido aunque no se pudiese evitar su muerte. Me has dado que pensar, y el libro de Noah genial, yo también lo leí hace mucho, de hecho tardé en saber que había peli, nunca lo vi "peliculable", jeje, no tengo ojo. Un besito.

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