29 INVIERNOS

A las 6:30 de la mañana del 8 de marzo de 1986 decidí llegar a este mundo hace 29 años. Quería saber lo que era vivir y vivir la vida, con tantas ansias que me adelanté, y rompí moldes y pronósticos, y dejé a todos con la boca abierta cuando pensaron que no sería capaz de salir adelante... ¿Cómo me iba a quedar en el camino con las ganas que yo tenía de saber lo que era eso que llamaban vida? Y superé obstáculos, TODOS los que se iban poniendo por delante, y me gustaba mucho ir al cole y aprender, y ya desde pequeñita era un gran soñadora, soñaba con comerme el mundo, con ser alguien importante, con que nada se me resistiera, con vivir una vida "de telenovela" y tener un marido guapo y muchos hijos y un trabajo maravilloso... Y no me daba cuenta entonces de que parte de esos sueños ya se habían cumplido, de alguna manera me había comido el mundo, había sido alguien importante y nada se me había resistido... y es que subir de los 700 grs de peso con los decidí empezar a vivir no fue fácil aunque yo me sintiera ligera y por mucho que tuviera prisas y quisiera vivir, hubo un momento en que me di cuenta que esa decisión y esas prisas por nacer, me pasarían factura para siempre....

Mi vida hubiera sido totalmente diferente si en vez del 8 de marzo hubiera elegido el 8 de junio (la fecha esperada), habría sido un bebé a término y no hubiera tenido que luchar tanto ni tan fuerte... Desde el minuto uno, mi vida hubiese sido mucho más fácil y no me habría preguntado porqué tomé esa errónea decisión durante tantos años después... Habría sabido qué hacer ante personas no empáticas que señalan a las que de alguna manera son diferentes, habría sabido manejar esa vorágine de sentimientos que se rebelaban en mi interior año tras año y día tras día por aquella decisión aquel fatídico 8 de marzo. No me habría tenido que sentir un bicho raro, ni incomprendida... y quizás tampoco hubiera ido por la vida con la sonrisa puesta permanentemente porque no hubiera hecho falta.

29 inviernos después he asumido las consecuencias de mis propios actos y decisiones. Hay cosas que no se pueden cambiar y que forman parte de nuestra vida y nos hacen ser lo que somos, y sin ellas hoy seríamos personas totalmente diferentes, porque las vivencias las circunstancias y las experiencias nos van llevando por un camino que es único, y que cambiaría totalmente si estas cambiaran... Por alguna razón que desconozco en algún momento que no recuerdo, decidí que me pondría la sonrisa cada día, que sería alegre y soñadora hasta las últimas consecuencias, y que los hechos y las decisiones, tienen circunstancias que aunque no nos gusten, SE PUEDE vivir con ellas (creo que decidí esto mientras iba atravesando las paredes del útero de esa señora que sufrió aquello tanto o más que yo). 

Admito que hubo un momento en mi vida en que bajé los brazos y me sentí culpable de haber tomado aquella decisión aquel día y que me preguntaba una y otra vez a todas horas porqué nadie me dijo que aguantara dentro un poquito más y que vivir en esas circunstancias tendría consecuencias... No quería vivir así estaba cansada de superar obstáculos, de acarrear de por vida con esas consecuencias y dejé de nadar.... Dejé de nadar hundiéndome cada vez más profundamente, no quería seguir luchando, NO quería sufrir, y aunque había muchas muchas manos alrededor ayudándome y tirando de mi hacia fuera, yo no las veía y no podía agarrarme hundiéndome más y más profundo...

Y un día poco a poco y casi sin darme cuenta me empecé a mover, muy despacito muy lentamente iba subiendo hacia la superficie, no era consciente de que volvía a nadar de nuevo pero lo estaba haciendo, iba poco a poco hacia arriba y llegó un momento en que volví a ver manos, manos conocidas que se me tendían y que yo iba agarrando y me ayudaban a subir a la superficie, y cuando quise darme cuenta, a pesar del esfuerzo, había conseguido volver a salir afuera y volvía a respirar aire... aire puro, que me llenaba los pulmones y me reconfortaban por dentro y por fuera: Volvía a tener ganas de NADAR¡¡ Y me di cuenta de que esas manos que tiraban de mí siempre fueron las de mi familia, y me di cuenta también de que hubo manos de gente que se perdieron por el mar... manos que decían ser amigas pero que en el fondo no entendían nada y fueron desapareciendo... El caso es que aquí estoy, nadando de nuevo en medio del mar unas veces con la corriente a favor, y otras en contra, pero sin parar de NADAR, y con un montón de manos conocidas que me quieren y que están cerca, por si en algún momento estoy cansada.

He de admitir que desde que volví a salir aquel día a la superficie nunca más (por muy feas que se hayan puesto las cosas) he vuelto a tener ganas de bajar los brazos y parar. Cuando uno está allí abajo en las profundidades se siente muy solo y es muy triste, y se  ven cosas muy feas todo el tiempo... No existe el sol, ni la luz,  ni el arcoiris, ni los peces de colores que te hacen cosquillas en los pies, es mucho mejor seguir nadando y persiguiendo TODOS esos sueños, es mucho mejor, seguir viviendo INVIERNOS :)

Una Piscis