viernes, 26 de diciembre de 2014

VOLUNTARIADO EN CRUZ ROJA I

Mi llegada a la ONG Cruz Roja fue producto de la más absoluta casualidad. Una de esas veces en que todos los planetas se alinean para que las cosas sucedan así y cuando al cabo del tiempo miras hacias atrás te das cuenta de que las cosas no podían haber sido de otra manera, y que eso era algo que estaba escrito en tu destino, sin más. A finales de 2012 después de haber completado un curso de profesora de español para extranjeros en la International House de Sevilla, me vi de nuevo sin nada que hacer y en paro, y me dije a mí misma que eso no podía ser y tenía que buscar una solución rápida. A pesar de la buena fama de la International House en Sevilla, un trabajo como profesora de español en mi ciudad, o en mi país, no era nada fácil de conseguir y en el extranjero no lo contemplaba pues prácticamente acababa de volver a casa.

Así que busqué y rebusqué a través de las redes qué ONGs impartían clases de español a inmigrantes y fui a parar a Cruz Roja, que sin saberlo estaba a 5 minutos andando de mi casa. Después de una reunión donde se nos explicaba los distintos ámbitos y posibilidades de voluntariado en la entidad, a primeros de diciembre me vi firmando una especie de contrato tras una especie de cursillo donde se nos impartía una formación básica acerca de la entidad. No se me olvidará la fecha, el 12/12/2012 estaba sentada ante la mesa de la que se convertiría en mi coordinadora, me contó que necesitaban tanto a alguien que diera clases de español una tarde en semana, como a alguien que echara una mano en las tareas administrativas allí en el departamento de intervención social, y yo que estaba demasiado libre me apunté a todo.

Empecé a ir por las mañanas de 10 a 14 y las tardes de los lunes de 17 a 18.30 para las clases de español. Fue un reto, un gran reto, porque todo lo que había aprendido en la International House estaba muy bien, y me había quedado bastante claro, pero no podía aplicarse ante inmigrantes no sólo con un gran déficit en la lengua española, sino que a veces ni siquiera estaban alfabetizados en su propia lengua. Yo me pedí el grupo de los alfabetizados, no me sentía preparada para alfabetizar adultos, era una responsabilidad muy grande y tampoco teníamos grandes medios de los que disponer como para partir de cero. Las mujeres nigerianas iban a clase sobretodo para que luego pudiesen optar al reparto de alimentos u otro tipo de ayudas, pero no evolucionaban mucho ni eran constantes. Me sorprendieron gratamente los marroquíes y los rusos. Eran respetuosos, tenían sentido del humor, gran interés por aprender y preguntar cosas sobre la cultura del país que les había acogido... Cada uno era de su padre y de su madre, con un país y unas circunstancias muy diversas, unas historias a veces duras y otras más duras aún, pero llegaban a clase alegres y contentos, y eran capaces de desprenderse de su realidad al menos por un ratito, conversábamos, nos reíamos, bromeábamos, y eso me hacía sentir bien.












La labor administrativa de las mañanas me sirvió para darme cuenta de la cantidad de ámbitos que cubre Cruz Roja, sólo en el departamento de intervención social había: asesoramiento jurídico con un abogado, una chica que llevaba el tema de asentamientos gitanos, rumanos y poblados chabolistas, atención a personas mayores, atención a mujeres, Toxicología y VIH, atención a inmigrantes refugiados y sin refugiar, (ahí en los que estaban sin refugiar entraban las clases de español),  atención a menores y apoyo escolar, y atención a personas en riesgo de exclusión social (personas normales y corrientes, del barrio, que con la crisis habían visto cómo la situación en su casa había cambiado radicalmente y se veían en la necesidad de pedir ayuda para alimentos, para becas para comedores escolares, para pagar las facturas etc...). Poco a poco me convertí casi en una técnico más y atendía a los usuarios que venían por ejemplo a pedir un bonobús para asistir a clases de español, recetas para la farmacia (para que le pagáramos las medicinas), me gustaba el trabajo, me hacía sentir útil, me acostaba por la noche con la sensación de estar ayudando a que el mundo fuera mejor... Había muy buen ambiente, la gente molaba, los usuarios a veces no tanto porque como en todas partes a veces venían exigiendo más ayudas, o dinero, o facturas, y como comprenderéis, había un tope porque había muchísima gente en su misma situación o peores y no podías dar TODO a todo el mundo....

Cuando empecé a trabajar estuve asistiendo igualmente, aunque tuve que dejar las clases de español, seguía asistiendo las mañanas de los días que descansaba... poco a poco me fui cansando cada vez más, el cuerpo tiene un tope y el trabajo no podía dejarlo obviamente, y mis jornadas de voluntariado se fueron acortando hasta que prácticamente a día de hoy y muy a mi pesar, han desaparecido. Fue una experiencia tan amplia y tan grande que merece una segunda entrada, quizás me podríais ayudar a enfocarla sugiriéndome los temas que os gustaría que tratara o si tenéis alguna pregunta que hacerme.

Feliz sábado a los que no tengáis que currar.

10 comentarios:

  1. Ya tienes algo más en común con López. Yo soy voluntaria de Cruz Roja lo que pasa que ahora la puta informática absorbe todo mi tiempo. Yo estoy en los programas de "aprendiendo a estudiar en el ámbito familiar" y "ocio y tiempo libre con discapacitados". Es de lo más gratificante que he hecho en mi vida. Eso y el camino de Santiago, que pienso volver a hacer en cuanto tenga oportunidad.

    De hecho deberíamos organizarnos e ir todas las blogueras. Ya veo que al llegar a Santiago en vez de darnos la compostela, nos excomulgan.

    Besos, reina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja ains mi López!! Si es que yo lo veo, eres un cacho pan pero tratas de disimularlo, a mí ya no me engañas que lo sepas.

      PD. A ti y a mi seguro que no nos excomulgan :P Besitooos

      Eliminar
    2. Yo no trato de disimular nada, perdona! No me considero mala persona, ayudo a los demás en todo lo que puedo, ojala tuviera más medios para evitar ver sufrir a tanta gente. Soy muy irónica, que es distinto jajaja.

      Cuando vuelva a hacer el camino ya te contaré el resultado.

      Eliminar
    3. Eh eh, que yo no he dicho que seas mala persona (ni lo pienso) solo que aparentas ser chica dura y hoy para mi ha quedado demostrado que no solo no eres dura sino que eres sensible :)

      Eliminar
    4. Ya, eso lo he dicho yo de mi cosecha propia como diría el consejero de Sanidad. No sé, creo que si todos nos implicáramos un poquito más todo sería distinto, no hace falta tanto si se quiere ayudar de verdad.

      Eliminar
  2. jajaja mi madre lleva siendo voluntaria de Cruz Roja muchísimos años... Ahora mismo no sé en qué parte está. Cuida a los niños mientras hay vistas en la cárcel... jajaja y durante algún tiempo daba clases particulares a niños que por alguna enfermedad o accidente no podían asistir durante un tiempo a clase.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué guay, veo que las actividades son diferentes en función de la provincia /comunidad

      Eliminar
  3. Hola Soñadora! Realizar voluntariado con colectivos en peligro o situación de exclusión social es muy enriquecedor a nivel personal. Cuando comienzas a realizar una tarea o actividad de voluntariado crees que tienes mucho que dar y que enseñar pero, al poco tiempo, te das cuenta que eres tú quien también aprende y recibes un montón de cosas. Experiencia, gratitud, conocimiento de otras cullturas, de otros sistemas familiares, de otras formas de entender y defenderse en esta vida. Hacer voluntariado debería impulsarse desde los coles, los institutos y las universidades cien mil veces más de lo que tímidamente se hace.

    Pues, he de decirte, que tenemos algo más en común querida amiga. Con tan solo 18 años empecé a ir 2 tardes a la semana a un centro de psicodanza para personas con discapacidad intelectual. Tanto condicionó aquella experiencia mi vida que terminé estudiando Trabajo Social y unos cuantos años después conseguí un trabajo en esa asociación como Formadora Laboral y, a día de hoy, con 33 años, coordino el Área de Inserción Laboral. Aquella experiencia marcó un antes y un después en mi vida y tengo muy claro que cuando me jubile o tenga más tiempo volveré a realizar algún voluntariado.

    Un besito guapa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero bueno!! Tu que eres mi hermana gemela perdida? Jaja. Cuando estuve ahí me di cuenta de todo lo que me gustaban ese tipo de trabajos y de porque no se me ocurrió en su día estudiar trabajo social.... Un besote

      Eliminar