lunes, 24 de julio de 2017

LUCAS

Muy buenos días de lunes a todo el mundo¡¡ ¿Qué tal ha ido vuestro fin de semana? El mío ha estado bastante bien, ha habido tiempo para relajarse y descansar y también para salir a tomar algo con las amigas. La obra va marchando. De momento todo no podía ser tan malo, y la semana pasada me devolvieron el dinero sobrante de los gastos para la hipoteca, notaría y demás, y la verdad es un dinero que me viene super bien y es más de lo que yo esperaba.

Dicho esto, hoy vengo a presentaros a Lucas. Un bodeguero que desde hace un año forma parte de nuestra familia de manera indirecta. Y es que mi primo desde pequeñito ha sido un amante de los animales, de estos niños que venían a casa con escarabajos, salltamontes, salamanquesas etc... y esto luego derivó en  escorpiones, tortugas, o mantis religiosas. Hasta que finalmente llegó Kika, una cocker que se convirtió en la niña mimada de la casa. Cuando Kika murió, mis tíos no querían más perros en casa a pesar de que a mi tía le gustaban los animales, especialmente los perros. Hace un año mi primo volvió a España tras varios años viviendo en Londres, y acogió a Lucas: un bodeguero que estaba en una protectora muerto de miedo, tenía un añito y poco, nunca había salido en acogida y le hacía mucha falta porque había sido muy maltratado y tenía mucho miedo. Recuerdo a mi primo contar que estaban entre él y Moncho, otro bodeguero mucho más loco y alegre, con un carácter mucho más simpático y atrayente, pero las chicas de la protectora les dijeron que a Lucas le hacía mucha falta salir de allí, y finalmente se decantó por él.

Mi primo tenía un reto muy difícil por delante, pero Lucas no sabía que su suerte había cambiado por fin, y había ido a dar con una familia en la que a todos les encantaban los perros y tendrían para con él toda la paciencia del mundo. Cuando mi primo tenía que trabajar o viajar por algún motivo, empezó a dejárselo a mis tíos, que como sabéis viven en la puerta de enfrente. Cuando esto sucedía no se movía de la entrada o la puerta de la cocina, no paraba de temblar y por supuesto no quería comer. Mi tía tenía que cogerlo en brazos y llevarlo al sillón o sofá y de allí no se movía y no dejaba de temblar. 

Yo iba a verlo y me moría de la pena, en la vida me habían mirado unos ojitos perrunos tannn tristes, no paraba de temblar tampoco y lo pasaba tan mal que lo acariciaba dos veces y me iba porque veía que Lucas estaba pasando un mal rato. Poco a poco fue cogiendo confianza con mis tíos, y yo a fuerza de entrar y salir del salón y acercarme a él muy poco a poco conseguí que Lucas me dejara sentarme a su lado sin que temblara, y hasta se espatarrara para que le rascara la barriga.


Un año después Lucas luce así de guapo. No sabemos cómo ladra porque jamás lo ha hecho, y convive perfectamente bien entre casa de mi primo y de mis tíos. A veces se lo ha quedado mi prima, eso Lucas al principio lo llevaba peor porque como se asusta de todo, se moría de miedo con sus niños, que no es que sean malos, pero son niños y no entienden mucho aunque se lo intentes explicar que Lucas se asusta de absolutamente todo: más de los hombres que de las mujeres (porque en la protectora le cuidaban chicas), y muchísimo de las personas mayores con bastón o los paraguas (seguramente le habrían zurrado con una cosa o con ambas), hasta de los otros perros.

Pero llegó el verano y Lucas se fue a la playa con mis tíos. Una vez allí nos dimos cuenta de que había un fin de semana en que Lucas no tenía donde quedarse: mi primo estaba en Madrid terminando un máster, mis tíos tenían un evento familiar en Málaga al que iban también mis padres, y mi prima se iba a Paris, iban a dejarlo en una guarde y a mi madre se le ocurrió que podía quedarse en casa, con mi hermana, conmigo y con los niños. Mis sobrinos estaban ilusionadísimos, en especial polluela mediana cuyo mayor deseo en esta vida es tener un perrito, y de momento se conforma con tener un pez, con que mi hermano tenga perro y lo traiga cuando viene, y con cuidar de Lucas aquel fin de semana.

Me levanté de la cama cuando llegó porque supuse que estaría muerto de miedo y así fue, no se movía de la puerta de entrada, y mi hermana lo cogió en brazos y lo entró hasta la puerta del salón, donde se quedó sentado muerto de miedo. O no se acordaba de mí, o a pesar de todo tenía miedo porque no paraba de temblar, pero primero le puse la cama donde él estaba y se tumbó, y al ratito se la entré al salón y se desplazó. Intentamos explicarles a los polluelos que se habían portado muy mal con Lucas y le habían pegado y tratado muy mal y por eso tenía tanto miedo y se asustaba de todo, teníamos que tener mucha paciencia y cuidado con él... Las niñas parecían entenderlo, polluelo no tanto pero si le decías que no hiciera algo porque asustaba a Lucas, paraba. Por la noche salimos a una pizzería a cenar y Lucas se salió a la puerta el primero, así que decidimos llevarlo y sentarnos en la puerta. Enganché la correa en la silla y se tumbó, ya no hubo más perro.


Y es que de verdad más bueno no lo hay. Ni ladra, ni gruñe, ni llora. No pide de comer y para hacerlo tiene que tener la suficiente confianza: nosotros le dimos algo de comida nuestra de comer y una salchica de carne para perros, el pienso y el agua ni los probó, y cosa que me sorprendió, mi tía nos informó que no le diésemos pollo porque era alérgico.


Mi tía me dijo que no tiraba nada así que me atreví a darle un paseíto y así iba él: mirando cada momento para atrás a ver si yo iba, dice mi primo que eso lo hace mucho. 

Lucas nos ha conquistado a todos, lo puedes llevar suelto si quieres porque es obediente al máximo, se aleja un poco y dices Shh y ya le tienes a tu lado. Yo veo a los bodegueros totalmente con otros ojos, aunque sé que no todos son como Lucas y que él es MUY especial.

Por sus circunstancias, mi primo no lo adoptó sino que lo acogió "de manera indefinida". A día de hoy tenemos la certeza de que Lucas ya no se irá porque nos ha conquistado a todos y es un miembro más. Si las circunstancias de mi primo cambiasen estoy segura de que mis tíos o mi prima se quedarían con él, pero es que si no, os aseguro que me lo quedaría yo porque su mirada me tiene totalmente derretida. El brillo de sus ojos nunca volverá del todo, esa es una pena que lleva él en su piel y que sólo él sabe lo que ha pasado, pero sí es cierto, que su expresión ya no es tan sumamente triste que cuando llegó.

¿Os habéis enamorado de Lucas? ¿Habéis vivido alguna historia parecida?

2 comentarios:

  1. Siiiii, me he enamorado.
    Yo sí he vivido muchas historias parecidas porque todos mis animales han salido de situaciones trágicas. Y los de mis suegros(ahora ya no les quedan porque con los años han ido muriendo pero tenían de todo hasta hace tres años) igual. Donde ellos vivían mucha gente abandonaba perros y claro, ellos se los quedaban porque era una zona con finca. Recuerdo uno en concreto, un pastor alemán precioso al que dejaron allí tirado siendo cachorro, que en cuanto veía llegar a cualquiera de los diez nietos de mis suegros empezaba a temblar, a saber que le harían. Costó mucho que se adaptase pero poco a poco se logró y vivió mucho tiempo feliz. Y otro apareció atado allí cerca, uffff, y también costó lo suyo pero luego era un amor. Y de la que cuidaban a los perros ponían unos comederos para os gatos y al final estaban todo el día cuidando animales, jejeje.
    Yo tengo claro que me niego a comprar animales, o me los encuentro o vienen del albergue, el problema es que me encuentro demasiados y ya no sé qué hacer con ellos, que cada vez que nos vamos a eventos familiares es un lío con los míos, los de mi madre...y cuando también tenían mis suegros no te digo, jejeje, pero merece la pena, nos dan tanto. Yo a mi gato mayor lo quiero más que a muchas personas.
    Besos y Lucas es guapérrimo.

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    1. Yo una vez me encontré un gatito pero ya teníamos perro así que sólo le dimos de comer. Me sorprende la gente como tú que se encuentra tantos animales porque yo nunca me encuentro, y casi que mejor porque sufriría mucho. Un besito

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