DE CÓMO FUE MI PAU Y ME VOLVÍ UNA HISTÉRICA

Bueno pues aquí estamos un día más frente a las pantallas de mi amado-odiado ordenador. Y es que trabajar con este artilugio hace que luego no disfrute tanto de los momentos placenteros en que lo uso para comunicarme con mis amados lectores (jojojojo que me creo bloguera del Hola, como Ferny XDDD), y como toda diva se debe a sus fans, aquí vengo a contaros cómo fue mi PAU.

Recuerdo perfectamente la fecha: 15, 16 y 17 de junio de 2004 (no ha llovido, qué va, apenas). Aquel año, como creo que para todo estudiante, fue la muerte a pellizcos, y fui cambiando varias veces a lo largo de los meses mi opinión acerca de las asignaturas optativas. La historia de España me gustaba y además tenía un buen profesor, pero la idea de estudiarme un siglo entero aunque fueran el XIX o el XX... no me terminaba de convencer, porque un siglo es lo que tiene, que son cien años en los que pueden pasar muuchas cosas y como la pifiaras en la fecha, ibas listo. Total, que finalmente me decidí por filosofía, que también tenía un buen profesor y sólo había que estudiarse cuatro autores. Mi profe nos explicó que en otros centros o academias en que te preparaban, te decían que te estudiaras a los ocho autores que había, nosotros estudiamos a cuatro, porque los otros eran contrarios y si preguntaban uno tenían que preguntar al otro, ya de por sí, reducir el temario a la mitad me pareció un jolgorio, pero es que decía que de los cuatro que habíamos dado durante el curso, aún podíamos descartar uno por propia elección, (el que más coraje nos diera o menos nos gustara) si los otros tres nos lo estudiábamos a pies juntillas, aprobaríamos seguro, y tendríamos los conceptos más claros. Mis autores se redujeron a: Descartes, Platón, Nietzche y María Zambrano, y eliminé a Nietzche que no lo pillaba demasiado bien. No fui a ninguna academia y acudí junto con algunos compañeros de clase a hacer repaso al colegio y dos semanas antes empecé a estudiar en la biblio del colegio con la que se supone era mi mejor amiga.

No es que yo sea una persona supersticiosa, PERO tampoco me resbala(ba) y menos ante un examen en el que me estaba jugando tanto. La tensión en casa se cortaba con cuchillo y tenedor, y que mi hermano viniera corriendo por el pasillo jugando con el perro, o entrara en mi habitación a buscar la pelota, (para jugar con el perro) o se pusiera a silbar (antes de que le diera tiempo a emitir un soplido ya lo estaba mandando a callar) me hacía gritar cuál posesa. El día de antes de empezar va mi hermana y me suelta: ¿Y con qué boli piensas hacer la selectividad? Y yo: Eins??? Pues.... pues con mi bic azul de toda la vida, ¿a qué viene esa pregunta? Y mi hermana: Bueno, es que dicen que da suerte si haces TODA la selectividad con un mismo boli. La echo de mi habitación y le digo que ni se le ocurra volverme a molestar para esa gilipollez tann grande. Media hora después andaba medio llorando y suplicándole que me prestara un bolígrafo porque es que yo sino, iba a suspender selectividad (jajajaja). En la búsqueda de un bolígrafo super hiper mega especial entre los muchos estuches de mi hermana, me veo que saca una cosa que guarda como oro en paño, algo envuelto en... una gasa? esparadrapo?? Esto qué essssssssss? Y mi hermana: Mi hoja de laurel de la suerte.... Es que he leído (en la Superpop lo leyó seguro) que si te pegas con esparadrapo una hoja en la barriga te va a dar suerte, que ella se lo pegó en yo no sé examen y aprobó, y yo que en esos momentos estaba al borde de una crisis maniaco-psicótica le digo ruego que por Dios me dé su hoja.

A la mañana siguiente sonó el despertador muy temprano porque nos tocó hacerla en una universidad nueva que estaba en el quinto pino, y mientras me estaba vistiendo, con sumo cuidado, me pegué la hoja de laurel en la barriga (me muero de risa recordando esto) y me fui al primer día de la PAU. 

Examen de filosofía. Nos reparten el examen. Miro el folio por un lado y se me dibuja una sonrisilla de alegría... Platón y el mito de la caverna. Le doy la vuelta al folio y.... Dios¡¡¡¡¡ No puede ser¡¡¡¡¡ ¿Será por el bolígrafo? ¿Será la hoja de laurel? Había caído mi amado René Descartes y su famoso Discurso del Método¡¡ Cuando salí del examen y vi al profesor de filosofía (nos venía acompañando) me lancé a él toda histérica y lo cogí por la camisa¡¡ Paaaaacooooo¡¡ Pacoooo¡¡ que han puesto a Descartes, que he sacado un 10 seguro (saqué un 8, pero bueno). De verdad, me acuerdo y me da un ataque de risa (y de vergüenza). 

Por último, os cuento que el segundo día hicimos a primera hora el examen de historia del arte, y luego el examen de geografía lo teníamos como a las 12 y pico de la mañana, por lo tanto tuvimos ahí un intermedio de un par de horas para repasar, despejarnos y tal. Bueno, pues nada más terminar el examen de arte voy al baño y.... horror¡¡ ¿Dónde está mi hoja de laurel? Que me quedan dos exámenes y un día para acabar y no puedo perderla ahora¡¡¡ Llamo a mi hermana medio llorando... que no está la hoja por ningún ladoooo ahora qué hagooo? Que me quedan dos exámenes¡¡¡ (jajajajajajajaja). Me desnudé entera y la hoja que no aparecía, me serené un poco, y deshice el camino intuitivamente entre el baño y la clase donde había hecho el examen y..... ajá, ahí estaba arrugada y un poco rota por una esquina mi hoja de laurel. Terminé la selectividad, aprobé y desde luego no fue ni gracias al bolígrafo de mi hermana, ni gracias a la dichosa hoja de laurel que cuando llegué a casa el tercer día le devolví y no sé ni dónde fue a parar.

Yo no sé si mi hermana lo hizo con la mejor de sus intenciones o se quiso cachondear de mí, pero el caso es que estuvo a punto de darme un parraque por culpa de tanta superstición. Afortunadamente sobreviví y la hubiera hecho más tranquila de haber sabido, que ni mucho menos, fue para tanto.