SOÑADORA OPOSITORA

Muy buenos días de miércoles a todos y a todas. El sábado pasado, 4 de julio (día de la Independencia americana), se cumplían cuatro años desde que emprendí viaje a mi país adoptivo, a vivir una de las mejores experiencias de mi vida: IRLANDA. Pero también, era el día D, la fecha clave del examen teórico de las oposiciones de auxiliar administrativo de la Junta de Andalucía que empecé a preparar hace unos meses.

Creo que no había contado aquí, que allá por el mes de mayo me vino un bajón/acojone y dije que pasaba tres kilos del tema. La verdad es que el motivo era la pesadumbre-fealdad del temario, y que empecé a salir de vez en cuando con un grupo de gente a través de un conocido. Tras mucho marear la perdiz y pasar las páginas del temario y las leyes en vano y sin ganas, decidí hablar con mi madre y exponerle la situación, porque el sentido del deber y mi conciencia me oprimían cuando no estaba estudiando, pero también me apetecía entrar y salir. Mi progenitora me dijo que era una decisión que tenía que tomar YO, y que comprendía lo que me pasaba, porque lo cierto es que por circunstancias de la vida, en la etapa que se supone que uno debe salir y entrar, yo no lo hice, y es normal que ahora me apetezca, y que si tenía la oportunidad de hacerlo, lo aprovechara. Así lo hice, quitándome un gran peso de encima, pero no obstante decidí presentarme al examen para verlo y contestarlo, y vivir la experiencia, y en próximas convocatorias saber a lo que iba (básicamente aplicar ese gran refrán que dice: "La experiencia es un grado").

La cita fue el sábado a las 10 de la mañana. Os juro que el viernes después de toda la semana madrugando y currando, lo último que quería era que me hablaran de ir al examen o de madrugar, estaba agotada, agobiada, y solo quería dormir y descansar... Finalmente cuando el sábado sonó el despertador, no me costó tanto trabajo levantarme como yo pensaba. Me vestí, me lavé, me maquillé y me fui después de desayunar. Cogí el bus y llegué a mi cita (en la facultad de empresariales y económicas) veinte minutos antes. La gente estaba acompañada de amigos y conocidos, histérica. Yo iba sola, no me encontré con nadie conocido, y estaba absolutamente en mi pompa. Con tiempo más que suficiente busqué mi aula y me senté en un banco a hablar por el chat del facebook. A las 10 en punto de la mañana, se abrieron las puertas de las aulas, nos dijeron que fuésemos preparando el bolígrafo y el DNI, y comenzaron a llamarnos. Eran clases reducidas, calculo unas 25-30 personas en cada aula. A las 10:20 ya nos habían repartido el cuadernillo de preguntas y la hoja de respuestas y habían explicado el proceso, teníamos que esperan a que dieran las 10:30 en punto, así que mientras fuimos rellenando la hoja de respuestas y repasamos el proceso.

10:30 nos desean suerte y comenzamos. Hay una señora delante mía que tiene la mesa repleta de cosas: DNI, lápiz, goma, 2 bolígrafos, una botella de agua, y un despertador.... hay un chico en la otra punta en la que yo estoy que resopla (y ya no para de hacerlo hasta que no termina el examen, y a mi me dan ganas de asesinarlo). Trato de centrarme en mi examen y en mis preguntas, esto es jodido, y difícil... hay muchas leyes, me quiero morirrrrr¡¡¡ El examen eran 100 preguntas con 4 opciones tipo test donde los errores penalizaban, teníamos 90 minutos para contestar, cuando voy por la mitad del examen (cada preguntaca se compone de un parrafaco) la señorita que nos vigila nos espeta que queda media hora de examen, y a mi me da un parraque, y me voy poniendo nerviosa, porque voy a tener que entregar el examen y no he llegado a leer ni la mitad de las preguntas aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡ trato de mantener la calma y la concentración, pero no puedo, empiezo a divagar, leo preguntas y respuestas a voleo... Cuento las respuestas contestadas, trato de responder alguna más, como siempre que me pongo nerviosa, el señor Roca me llama, y yo me debato entre decirle que se espere un segundín que ya termino, o irme, finalmente me espero un segundín y contesto con esfuerzo alguna más. Finaliza el examen y de camino a casa llamo a mi madre, le digo el número de contestadas que evidentemente no son seguras, además de que con los nervios algunas las he contestado casi sin leer. Empiezo a mirar en casa algunas que me acuerdo y casi todas mal... 

Me relajo, descanso, me he quitado un peso de encima, y me siento bien por haber hecho lo que debía hacer. Pienso que aunque he estado muy lejos de aprobar ya sé de qué va el asunto, cómo preguntan, cual es el protocolo, y me ha molado vivir la experiencia, que como decía más arriba, es un grado. De momento voy a tomarme el verano con filosofía y a decidir qué hago con mi vida en septiembre, lo más probable es que siga con las opos pero esta vez con fuerza.