LAS JAIMITADAS DE MI MADRE

Muy buenos días en el ecuador de la semana¡¡ ¿Qué tal la lleváis? Yo esta semana voy un poco loca con los nuevos horarios, habituándome a comer sobre las 4 menos cuarto acostumbrada a comer una hora antes cuando iba al zulo, pero bueno, todo es cuestión de habituarse y yo creía que la mañana se me haría eterna y no está siendo así. La gente es maja y los profes también, los contenidos el primer día sonaban bastante a chino pero poco a poco todo se va andando, que Roma no se construyó en dos días :).

Hoy vengo con una entrada amena y divertida para dar fuerzas para el sprint final de la semana, sobre lo despistada que es mi madre, ella es la primera que se ríe cuando se da cuenta y te las cuenta, y ya las denomina sus Jaimitadas. Esta entrada que me inspiró al leer ésta de la López donde hablaba de los despistes más o menos gordos a la hora de salir de viaje... Y es que mi madre es muy despistada y además ve poco... Más bien ve poco/ nada. Ya os he contado en alguna ocasión que cuando éramos pequeños nos leía los tebeos de Rompetechos y nunca podía terminar la página porque lloraba literalmente de la risa, se imaginaba a ella misma en la piel de Rompetechos, se sentía identificada con sus despistes. Y como la familia no se elige y una madre menos, pues yo he vivido desde pequeña asumiendo que tenía una madre Rompetechil, y nos partíamos de risa, y punto.

Vivíamos alrededor de una plaza con jardines y los bloques eran todos iguales en forma de U, de piedra blanca con toldos en azulón. Un día salimos de casa y dice mi madre: Uyyyyyyyyyy... qué niebla hace.... qué barbaridad, no se ve ni el edificio de enfrente¡¡¡¡¡ Y yo que podía tener como... cinco años me la quedo mirando y le espeto indignada.... mamá es un CAMIÓN¡¡¡¡¡¡ Era un camión blanco enorme de mudanzas, que efectivamente tapaba el edificio de enfrente... 

En otra ocasión en pleno invierno bajó a tirar la basura. Mi madre no suele usar guantes de lana, sino que tiene algún que otro par de guantes de piel buenos, y cuando hace mucho, mucho frío se los pone. Cuando vuelve de tirar la basura se encuentra un guante de piel en el suelo... Anda pero.. si es negro como los míos... lo coge y ve que tiene un agujerillo justo donde los suyos tenían uno... Uy... y hasta tienen el mismo agujero... Pues menos mal que lo cogió, porque efectivamente el guante era suyo y no se había dado cuenta de cuándo lo había perdido pero lo encontró¡¡¡

En el viaje por Asturias nos llovió muchísimo. Fue un viaje que hicimos los cinco en coche y a pesar de la pesadilla de tantas horas de coche a mis diez años, nos lo pasamos pipa con los despistes de mi madre. Vamos por la carretera escuchando un cassete de un concierto de Ana Belén y Victor Manuel (ese cassete pasó a la historia como el cassete del viaje a Asturias, no os digo más...), creo recordar que íbamos por la carretera camino de Cangas de Onís, y nos íba cayendo chiri miri (para variar), se ve que yo ya estaba hasta los mismísimos del coche y me puse a protestar, que encima mis hermanos colaboraban cero: El uno a mi lado con los cascos puestos pasando del mundo con el chunda chunda en el walkman, la otra que le picó la mosca tse tse y era montarse en el coche y quedarse frita aunque se acabara de levantar... y yo en medio más aburrida que una seta, coche parriba coche pabajo..... Y en esto que me dice mi madre para cambiarme el rollo: Mira Clara.... ainssssss... un niño con su perrito por la carretera... En esto que a mi hermano se le había acabado el chunda chunda y al escucharla se empieza a descojonar, justo que mi hermana había abierto los ojos y lo mismo y yo que miro y le digo.... Mamá... no es un perro es una oveja¡¡¡¡ Y mi hermano y encima es grande y vieja¡¡ Y mi hermana: Pues anda que no tiene lana.... Juajajajajajajajajaja (todavía nos estamos riendo). 

En otra ocasión sacó al perro por la mañana temprano justo antes de irse a trabajar, era lo último que hacía antes de irse y ya con el tiempo bastante justo. Llevaba en una mano la correa del perro y en la otra la bolsa de la basura y las llaves. Buenos pues tira la basura y se da cuenta, que la ha tirado con llaves incluídas al contenedor... A todo esto, vivimos a un paso de cebra de un edificio donde mi madre ha estado trabajando treinta años de su carrera profesional, con lo cual no era raro encontrarse a sus antiguos compañeros cada mañana cuando paseaba a nuestra querida mascota y para más inri, el contenedor de basura estaba prácticamente en la puerta del edificio.... Bueno pues en esto que cuando se le caen las llaves tira las llaves dentro del contenedor ve que aún hay muy poca basura y que las llaves se ven, así que decide cogerlas, entre otras cosas para entrar en casa y soltar al perro... Bien, imaginaos la situación por un momento: Señora peripepuesta antes muerta que sencilla perfectamente arreglada y maquillada que vuelca un contenedor de basura y está tan vacío que prácticamente se tiene que introducir dentro, para sacar las cuatro bolsas de basura que hay y rescatar sus llaves, que han ido a parar al infinito y más allá del contenedor.... A todo esto hora punta de entrada de sus compañeros que de cada dos que pasaban cuatro se la quedaban mirando al darse cuenta que la conocían y la saludaban, y mi perro ladrándole a todo Dios que se movía por alrededor y luchando contra su dueña para no meterse dentro del contenedor (se pensaría el pobre que lo quería tirar a la basura a él también) jajajaja. Aquello no pudo ser más bueno... Hoy día lo visualizo y aún me troncho...

Y os podría seguir contando hasta hacer eterno este post, porque mi madre tiene anécdotas como para escribir la Biblia pero no quiero aburriros (que no sé si os ha hecho gracia o no, yo me lo he pasado pipa escribiéndolo), así que lo dejo aquí y que tengáis un feliz miércoles.