martes, 18 de noviembre de 2014

REDESCUBRIENDO A MI PADRE (II)



Como os decía en la entrada anterior, mi padre y yo siempre hemos chocado mucho, y lo seguimos haciendo. Yo he sido siempre mucho más de mi madre absolutamente para todo, pero de un tiempo a esta parte es como que lo estoy observando y redescubriendo.

A nivel culinario y alimenticio mi padre me conoce muchísimo mejor que mi madre de aquí a Pekín, sabe cómo me gusta la carne y mi parte preferida del pescado, me da algo a probar y ya de antemano sabe si me va a gustar o no. Una vez le dijo a unos parientes que yo era más de comer más veces pero menos cantidad, y yo en mi vida me había parado a pensar si yo era así o no. A nivel gustos y hobbies soy de mi padre: me encanta el pan como a él, soy chuchera como él, y absolutamente sana, bebo agua no fumo y consumo poco alcohol.

A mi padre le encantan los deportes, a mí me la suele repanpinflar a excepción del tenis. Recuerdo que cuando era pequeña me solía ir con él a la cama, y veíamos partidos de fútbol o de tenis, me encantaba preguntarle absolutamente por todo, todo lo que sé de tenis me lo transmitió él, a día de hoy, a veces aún vemos algún partido en la cama. Disfrutamos con la copa David, el Roland Garros o el Master series de Madrid. Y cuando llega febrero…. Nos dedicamos juntos a ver las chirigotas de carnaval y nos partimos de risa… Y mi madre? Mi madre con cara de alga nos mira y nos deja hacer. Es muy de chistes malos o de gracias completamente absurdas que a mi me matan de la risa, soy de esas personas que se desternilla a mandíbula batiente cuanto más absurda es una situación.

Nunca he sido de contarle mis preocupaciones, amores o desamores, cuando alguna vez le he contado algo, así de pasada o le he pedido opinión, me ha sorprendido con la sensatez y el aplomo que le caracteriza. Suele decir que no a casi todo de primeras, pero recula casi a la misma velocidad que niega, siempre nos ha apoyado en todo incluso cuando NO ha estado de acuerdo. La cocina es SU territorio por excelencia, el 90% de las veces que le busques le vas a encontrar ahí, en casa, es popularmente conocido como “Arguipaco” (podéis deducir como se llama). A mí me gusta la cocina y entraría más si no fuera por él. Cuando se van de viaje me suele dejar comida preparada como si me fuera a morir de hambre, de vez en cuando me va dejando entrar.

Como abuelo es muy peculiar: no suele tener mucha paciencia ni es especialmente juguetón. Ha dado algún que otro biberón, y algún que otro potito, ahora que mis sobrinas son algo más mayores, ya han comprendido que su “alolo” (así llaman a mi padre) es quien cocina, y directamente le preguntan a él qué hay de comer, o cuándo les va a preparar el rodaballo al horno que tanto les gusta. Mi sobrino devora los potitos caseros que le prepara su alolo. Sin embargo, es capaz de ponerse con mi sobrina mayor a  hacer las actividades de matemáticas y explicárselas, le repasa las cuentas del cuadernillo y le pregunta la lección si hace falta.  Es capaz de soportar los interminables interrogatorios infantiles típicos (y por qué, y esto qué es y para qué sirve) si vienen de sus nietos.

Me encantan los valores y la educación que nos han transmitido, mis hermanos y yo hemos sido muy protestones en cuanto a las normas y los castigos en casa, ahora que somos adultos lo agradecemos eternamente, y me encantaría transmitírselos tal cual a mis hijos. De momento sólo espero que puedan conocer a su “alolo” y disfrutarle.

6 comentarios:

  1. Yo cada vez que veo a un abuelo con carricoche me río porque no me hubiera imaginado a mi padre. Luego pienso que no va a tener ni la oportunidad y lo que hago es llorar.

    Besos

    27+3

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  2. Te comprendo Eva, pero estoy segura que él preferiría que te quedases en el momento risa, no querría verte llorar.

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  3. Me ha encantado este post, yo en mi caso lo haría con mi madre porque tuve épocas de chocar un poco más con ella. Un post emotivo y muy bonito. Besinosssss.

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  4. Preciosa la entrada!!
    Los padres como abuelos se transforman, jeje.
    Un besito

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